Jean-Baptiste-Camille Corot nace en París el 16 de julio de 1796 en el seno de una acomodada familia de comerciantes que soñaba con encauzar a su hijo en el comercio.

 

La Iglesia de Marissel - 1867

 

Solo a los veintiséis años logrará convencer a su padre y dedicarse finalmente a la pintura. Es el momento de las polémicas discusiones en torno de Constable, quien exhorta a los jóvenes pintores con su famosa petición -"Hagan caso omiso de las doctrinas y de los sistemas. Avancen guiados por vuestra naturaleza"- que Corot hará suya descubriendo la fuerza y la gracia de la naturaleza en su primer viaje por Italia en 1825-1828 (Roma, la campiña romana, Nápoles y Venecia).

 

Pero no osará exponer ni mostrar a nadie las pequeñas tablas italianas con las cuales descubrió la nueva pintura, libre de toda influencia de escuelas y del estilo del paisaje histórico; inclusive seguirá enviando a los salones grandes paisajes severos y solemnes.

 

 

Entre tanto su vida se desarrolla en París, en la floresta de Fontainebleau y en el interior (Normandía, Morvan) hasta que la necesidad de regresar a Italia lo lleva (1834) a Génova, a Florencia, a Venecia y a los lagos lombardos; posteriormente busca la luz italiana en Provenza y en Languedoc. La sobria y construida imagen de algunos de sus pequeños cuadros anticipa ciertos intentos de Cézanne. En 1843 regresa a Italia. Pinta en Turín, en Génova, en Roma y en la campiña romana. Su pincelada se hace más serena y suelta, pero no se atreve a mostrar su pintura "secreta", ese diario demasiado íntimo que son sus paisajes y sus figuras.

 

 

El Coliseo - 1826

 

Con la pintura "oficial" obtiene mediante la crítica sus primeros éxitos (Baudelaire).

Delacroix escribe: "Es un verdadero artista".

En 1848 los pintores lo invitan a formar parte del jurado del Salón; en 1849 expone su pequeño El Coliseo visto desde los Jardines Farnese del Palatino de 1826 y en 1852 el Puerto de La Rochelle.