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NOTAS

Arte Sacro

Toda obra de Arte participa de cierto grado de sacralidad, aunque no se refiera especialmente a un tema religioso.

En ese sentido, las manzanas de Cézanne, o sus versiones de la Montaña de Saint-Victoire, son más religiosas (porque están admirablemente pintadas), que una obra mediocre con temas religioso.

 

"Buscadme y vivireis" - Gagliardi

Puede ser esclarecedor el ejemplo de un gran artista del siglo XX, George Rouault. Sus imágenes están tan alejadas de la producción seriada de las santerías, como de algunas extravagantes experiencias actuales.

Pintura fuertemente expresionista, fileteada con negro y enriquecida con una gruesa y vibrante materia cromática. Pero para llegar a identificarse tanto con los temas bíblicos, tuvo que operarse en él, una profunda conversión, inducida por su amigo León Bloy, que lo lleva de su apasionado anarquismo juvenil, a ser un converso transformado por el amor de Cristo.

Y esa es la problemática del Arte Sacro.

Qué obra de Arte Sacro puede pretender la perfección de su género, sin la inspiración de la fe ?.

Su misión es dar gloria a Dios, siendo humilde servidor de la liturgia y paradójicamente con esa actitud, alcanzar su máxima libertad.

Pero el Arte Sacro para ser transformador, tiene que estar abierto al arte viviente, que no es otro que el arte de su época, es decir, el arte moderno, siempre que sirva con el debido respeto a los ritos sagrados, "de forma que también él pueda unir su voz al admirable cántico de gloria que los genioshan cantado en los siglos pasados a la fe cristiana".

 

Palabras que pueden sorprender o disgustar, en una época en que el hombre reivindica para sí una libertad o autonomía total, no acepta a DIOS y termina endiosándose a si mismo.

En 1947 Henri Matisse se encontraba enfermo y su antigua enfermera, Soeur Jacques, religiosa dominica, le encargó la capilla que pensaba construir en Vence, al lado de una casa de reposo. Matisse se fue entusiasmando con el proyecto, hasta que resolvió realizarlo íntegramente por si solo. Planteó toda la decoración, terminando por diseñar los ornamentos litúrgicos.

 

Henri Matisse - Capilla del Rosario, Vence.

 

Cuando se inauguró la capilla, Matisse seguía enfermo y al no poder concurrir, envió una carta que decía: "esta obra me ha exigido cuatro años de un trabajo asiduo y exclusivo y es el resultado de toda mi vida activa. La considero, pese a sus imperfecciones, mi obra maestra. He comenzado por lo profano, y he aquí, que en la tarde de mi vida, termino naturalmente en lo divino".

Helios Gagliardi
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